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Lima, 28 de noviembre – El antropólogo Richard Chase Smith PhD recibió el Premio Carlos Ponce del Prado, que busca incentivar y reconocer la labor de profesionales que trabajan activamente a favor de la conservación de la diversidad biológica del Perú.
Al aceptar este galardón, el fundador y líder del Instituto del Bien Común pronunció estas palabras:
“Me alegra recibir este reconocimiento a mis 50 años de trabajo con los pueblos y comunidades indígenas y a la vez con la conservación de la naturaleza aquí en el Perú. Me da alegría porque es, a la vez, un reconocimiento de que la conservación no es un tema solo de biólogos y abogados. Es un tema de todos nosotros, sobre todo de los pueblos indígenas que viven en las comunidades al lado de las Áreas Naturales Protegidas. Los mismos que han sido los científicos y los protectores de sus bosques y de sus cuerpos de agua durante milenios.
Los esfuerzos de cuidar nuestra herencia natural tienen que ser una parte natural de la vida de cada uno de nosotros, tan natural como es comer el desayuno en la mañana, o sentir el amor por el otro. Yo lo siento así porque así me enseñó mi padre. ¡Es verdad! Y es algo que tenemos que enseñar a nuestros hijos y a nuestros nietos si queremos que continúe la vida en este planeta. Así de simple.
Quiero expresar mi agradecimiento a los guardaparques presentes aquí, al equipo de Conservación Internacional, y al equipo del Instituto del Bien Común por el rol tan importante que juegan los tres en el cuidado de nuestro mundo natural”.
Richard Chase Smith (Dick) comprendió muy temprano no solo la importancia de la seguridad en la tenencia de los territorios indígenas, sino también el valor de su involucramiento desde etapas iniciales en procesos de ordenamiento territorial y el establecimiento y gobernanza de áreas naturales protegidas, contribuyendo así a su adecuada gestión y sostenibilidad. Dick impulsó la creación de numerosas áreas naturales protegidas. En 1974 propuso proteger la Cordillera Yanachaga-Chemillén, que culminó en el Parque Nacional del mismo nombre; la primera Reserva Comunal Yánesha, la segunda Reserva Comunal El Sira, el Bosque Protegido San Matías-San Carlos y la Reserva de Biosfera Oxapampa-Ashaninka-Yanesha. Otros esfuerzos incluyen el Parque Nacional Otishi y las Reservas Comunales Ashaninka y Machiguenga. Posteriormente, impulsó el Parque Nacional Sierra del Divisor, el Parque Nacional Yaguas, las ACR Ampiyacu- Apayacu y Maijún-Kichwa. Actualmente impulsa el reconocimiento de un Paisaje Cultural Yánesha que iría de la mano con la Reserva de Biosfera Oxapampa Ashaninka Yánesha.
Las estrategias y herramientas desarrolladas por Smith desde el Instituto del Bien Común, que lideró por 21 años, son la base de un modelo de ordenamiento territorial y gobernanza ambiental participativa replicable y escalable que ha sido plasmado exitosamente en el Gran Paisaje Indígena Putumayo Amazonas (GPIPA). Este comprende un mosaico de áreas de conservación y uso sostenible sobre 4,12 millones de hectáreas de bosques megadiversos del noreste de Loreto. Lo componen territorios de 95 comunidades nativas y 6 áreas protegidas de distintas categorías, creadas o en proceso de creación. El GPIPA – un gran logro de Smith– nació al iniciar el nuevo milenio, con el llamado de comunidades nativas del interfluvio del Putumayo y el Amazonas, asediadas por madereros y pescadores ilegales, que buscaban seguridad territorial y acceso garantizado a territorios ancestrales cruciales para su bienestar. La construcción del modelo involucró el compromiso de 7 federaciones, 9 pueblos indígenas y alianzas y articulaciones con autoridades ambientales de distintos niveles. Buscando conectividad y mayor impacto, se impulsó alianzas que trascienden las fronteras nacionales.
Refleja el éxito del modelo la gestión del ACR Ampiyacu Apayacu, registrándose una importante recuperación de los ecosistemas que redunda en el bienestar de las comunidades circundantes. Estas participan en la gestión del ACR y colaboran con la vigilancia, al tiempo que, bajo planes de manejo, usan determinados recursos. Se aprecia el cese casi total de la extracción ilegal, el repoblamiento de especies de fauna y flora anteriormente sobreexplotadas, así como la reducción de conflictos socioambientales. Comunidades de estas y otras cuencas del GPIPA, organizadas en torno al manejo de recursos, desarrollan emprendimientos económicos sostenibles acordes con su visión, articulándose con iniciativas estatales y mercados regionales, nacional e internacionales.
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